«Suiza no tiene ejército, Suiza es un ejército»
Suiza tiene un Ejército basado en milicias, siempre listo para defender el país ante un posible ataque.
«Suiza no tiene ejército, Suiza es un ejército» es un lema que viene de la época de la Guerra Fría y que explica muy bien la relación del país helvético con la seguridad nacional. No en vano, el ejército suizo es, con 600 000 soldados, uno de los más grandes de Europa.
Es inevitable pensar en la paradoja que esto supone: Suiza es un país neutral y nunca ha declarado la guerra ni intervenido en ninguna, pero en cuanto recorres un poco el país y descubres las líneas defensivas (los denominados toblerones), los búnkeres, los refugios nucleares, las pruebas de las alarmas, etc., te das cuenta de que no se fían de nadie. Una desconfianza que comenzó a finales de los años treinta, justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Por otro lado, el país helvético tiene una relación muy estrecha con las armas y el mundo castrense. Tanto es así que es uno de los países con más tradición de tiro (y más antigua), más armas de fuego por persona (28 % de la población) y un sistema de reclutamiento que implica a gran parte de la ciudadanía haciendo un servicio militar que dura varios años.
Dicho así, parecería que se pasan todo el rato en el cuartel. La realidad es que el periodo de instrucción militar está diseñado para que se pueda compatibilizar bien con la vida civil.
¿Entonces cuánto tiempo dura el servicio militar convencional? Un máximo de 3 días de reclutamiento, al que hay que sumar 124 días de escuela de reclutas, 6 cursos de repetición de 19 días cada uno y 4 días de trabajo de preparación. Es decir, el periodo total de servicio obligatorio es, por lo general, de 245 días.
Para conciliar la vida militar con la civil, el recluta realiza del tirón la «escuela de reclutas» y después abandona el cuartel. A partir de aquí, cada dos años, está obligado a realizar los cursos de repetición que se extienden durante los próximos 10 años para quedar liberado por completo.
Es un ir y venir al cuartel durante 10 años.
Por lo tanto, los suizos comienzan su servicio militar cuando aún están formándose en la universidad o en una escuela de formación profesional y lo acaban en la madurez, mientras desempeñan una actividad laboral.
La conciliación entre vida militar y vida civil está protegida por la ley, que obliga a las empresas a mantener el puesto de trabajo de los empleados que hayan sido llamados a filas y a abonarles parte del salario. La otra parte es pagada por el Estado, de manera que el empleado sigue recibiendo su sueldo habitual.
La alternativa
Para alivio de muchos, es posible realizar la prestación social obligatoria que les exime de hacer el servicio militar. Pero es que también es posible no hacer ninguno de los dos servicios si estás dispuesto a pagar, como mínimo 400 CHF hasta cumplir los 37 años —o un mínimo de 11 años—. Es la denominada «tasa de exención de la obligación de servir» y se puede recuperar si al final se completan todos los cursos del servicio militar.
¿Pero qué ocurre con los suizos que, tras pasar un tiempo en el extranjero, regresan a Suiza? Pues que, si van a residir más de tres meses, están obligados a reportarse en la comandancia de su distrito cantonal en un plazo de dos semanas desde su llegada al país.
Solo los suizos que tengan doble nacionalidad y demuestren que han realizado el servicio militar en el otro país del que son nacionales, pueden librarse de prestar el servicio en Suiza.
Las polémicas
Por un lado tenemos la discriminación de género. En los medios de comunicación suizos encuentro cada vez más voces que denuncian el hecho de que la mujer quede exenta de prestar el servicio militar en unos tiempos en los que está siempre sobre la mesa el debate de la equidad de género.
El Consejo Federal está valorando la posibilidad de que las mujeres sean llamadas a filas, al igual que los hombres. Al parecer, entre los motivos, no solo está el de lograr una mayor igualdad, sino el de combatir la escasez de personal en el ejército.
Y es que la escasez de reclutas es la consecuencia de otra de las polémicas, esta quizá menos conocida en la opinión pública: las trampas para escaquearse. Hay un gran número de reclutas que quedan eximidos del servicio militar tras alegar motivos personales tan bizarros como «la incapacidad de dormir fuera de casa», «la imposibilidad de soportar la autoridad» o «la posibilidad de volverse violento con un arma en las manos».
Esto representa un gran problema para mantener el alto número de efectivos militares y produce un fuerte malestar entre la ciudadanía, que no puede entender que este tipo de excusas sean suficientes para que te manden de vuelta a casa incluso una vez empezado el periodo de instrucción.
Vivir con el fusil en casa
Pensé que era un mito urbano, de ese tipo de declaraciones vistosas que uno escucha en Españoles por el mundo y productos así. Pero es cierto: los suizos, durante el tiempo que dura el servicio militar, están obligados a llevarse el fusil y el uniforme a casa, y a custodiarlos debidamente.
Esto quiere decir que a lo mejor mi vecino de arriba tiene un fusil de asalto metido en el armario y esto, para uno que ha sido objetor de conciencia, resulta algo inquietante. Es cierto que Suiza es uno de los países más seguros del mundo, pero todo lo que huela a pólvora me produce bastante rechazo.
En realidad, no existen motivos militares de peso que justifiquen la tenencia de armas largas en domicilios particulares. Por eso, en 2011, una iniciativa popular propuso almacenar todos los fusiles en arsenales militares, pero fue rechazada con el 56 % de los votos. El argumento que esgrimieron los que se oponían no fue tanto que se imponía la prioridad de defensa nacional o de estrategia militar, sino que «los suizos no debían destruir así los propios valores suizos».
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